lunes, 14 de enero de 2013

Preocupación por el Desarrollo


Cuesta hablar de calidad, competencia, rigor, evaluación de desempeño, cuando a nuestro alrededor asistimos a un proceso en el que se toman las decisiones en la gestión de personal y programas en base a criterios cuantificables, económicos, políticos… Lejos estamos de aquella preocupación por evaluar competencias, potenciar el talento y la calidad, valorar capacidades individuales....

¿Hemos tomado un camino de involución? ¿o es un atajo temporal que nos devolverá de nuevo a la senda donde se valorará lo mucho que tienen que aportar los profesionales de Orientación cualificados y competentes que se están quedando por el camino?

Continuando con la idea con la que nace este blog, hoy quiero hablar de la Preocupación por el Desarrollo Profesional, una competencia clave en el perfil del personal de Orientación,  y de sus áreas: inquietud, rigor y autodesarrollo. 

Entendemos Preocupación por el Desarrollo como la inquietud por el propio aprendizaje y el desarrollo profesional con un adecuado análisis de necesidades y oportunidades , una continua actualización de conocimientos que afectan a la profesión  y la realización del trabajo con determinados criterios de calidad. 

 ¿Y qué quiere decir esto aplicado a la Orientación? ¿Qué importancia se le da al autodesarrollo? ¿Qué es ser riguroso? ¿Se puede ser riguroso y no tener preocupación por el desarrollo? ¿las intervenciones en orientación están en consonancia con los cambios en los métodos de búsqueda y desarrollo profesional?

El mercado laboral y las formas de buscar empleo hoy son muy diferentes, han cambiado el escenario y los medios a utilizar. Esto exige a los profesionales un proceso de actualización que, teniendo en cuenta la realidad actual, depende totalmente de la preocupación de cada profesional de dar la máxima calidad y responder a las nuevas reglas del juego. Esto nos lleva por ejemplo a la necesidad de adaptarnos a la realidad 2.0 como se han adaptado las empresas y los usuarios que atendemos.



Teniendo en cuenta que las competencias se traducen en una serie de evidencias, y desde mi experiencia profesional en la Red Andalucía Orienta, podría afirmar qué un profesional  de Orientación con un alto nivel en esta competencia presenta muchos de estos rasgos:
  • Entiende la Orientación como un proceso sistemático, no como intervenciones puntuales o aisladas: marca objetivos, acciones concretas, hace seguimiento, temporaliza, evalúa con rigor..
  • Utiliza instrumentos de registro e intervención independientemente de los que se le facilitan, incluso crean sus propios instrumentos (registro, evaluación, seguimiento, instrumentos adaptados al colectivo que atiende..).
  • Enfoca su propio trabajo no sólo al mantenimiento de su empleo sino a desarrollar su talento y aumentar sus conocimientos y experiencias.
  • Establece elementos correctivos y saca conclusiones para evitar los errores.
  • Lee y aplica nuevos conocimientos a su trabajo diario, estando al día en las nuevas estrategias y el nuevo contexto que afecta al mercado laboral y a la búsqueda de empleo.
  • Se interesa por recibir feedback tanto positivo como negativo. Por ejemplo se interesa por la evaluación que se le realiza, enfocándola como una posibilidad de mejora .
  • Investiga, aprende innovando más allá de lo que “oficialmente se espera de él  o ella o de lo que se le exige”.
  • Se siente responsable de su propia mejora y actúa formándose y actualizándose.
  • Está siempre abierto a las nuevas metodologías, a la formación y a los cambios que se introducen, actuando incluso por su cuenta para responder a ellos (hace cursos y aplica los nuevos conocimientos, participa en grupos a través de las redes, aplica mejoras a partir de lecturas, aportaciones de su red de contactos..)

La eficacia de la orientación, muchas veces discutida, depende en gran parte del desarrollo de esta competencia por parte de los profesionales. Es verdad que los programas se diseñan en los “despachos” y que un buen diseño que tenga en cuenta el contexto y los medios tendrá grandes posibilidades de éxito. Pero también es verdad que el éxito de muchos programas depende en gran medida de las competencias de las personas que finalmente los aplican, de su capacidad de mejora, de su orientación al cliente y, en definitiva, de sus competencias técnicas y profesionales.

Sabemos que el contexto tecnológico, económico y social han modificado los modelos que afectan a la búsqueda de empleo y al desarrollo profesional. Y, sin embargo, aunque muchos profesionales se han adaptado a estos cambios, aún podemos observar en algunos procesos de orientación prácticas que apenas han evolucionado, tanto en la metodología como en los recursos y herramientas usados. Esta falta de actualización afecta negativamente a la eficacia y a la imagen de la Orientación.

Es necesario que revisemos el papel que jugamos en este nuevo modelo, lleno de dificultades pero también de oportunidades para dar valor a nuestras tareas como orientadores. Aquí el autodesarrollo juega un importante papel, más aún teniendo en cuenta la situación actual en la que muchas organizaciones no invierten en la formación de sus trabajadores.

Las experiencias vividas me dicen que el profesional de orientación tiene una gran capacidad de actualización y autodesarrollo. El esfuerzo es grande y en nuestras manos tenemos dos opciones: subirnos al  tren de alta velocidad o esperar que llegue aquel en el que nos sentíamos más seguros pero que probablemente no vuelva a pasar.

Podemos cargar a la organización con toda la responsabilidad de nuestro desarrollo profesional o asumir la responsabilidad de nuestro propio futuro, aprovechando las oportunidades de información y formación que nos brinda el entorno 2.0 y las nuevas tecnologías.

Hemos ayudado a diseñar miles de itinerarios y es necesario que ahora tengamos claros nuestros propios objetivos, las acciones para alcanzarlos, y los recursos y oportunidades que el entorno nos puede ofrecer para adaptarnos a los cambios.

Como se suele decir “renovarse o morir”.